El iPad como negocio y como herramienta educativa

Sigo planteándome cuestiones filosóficas acerca del iPad y del modelo de negocio de Apple y leyendo los artículos en la lengua de Shakespeare que caen en mis manos (o en mi monitor). Con anterioridad he comentado ya que el iPad me parece una pieza de hardware interesante unido a un software brillante en el capítulo de la usabilidad. Pero también he planteado argumentos en contra del modelo de negocio que propone Apple con esta máquina, extendiendo lo que ya iniciara con el iPhone e iPod Touch. Quiero volver a repetir que no hablo desde perspectiva de un talibán del software libre: yo he utilizado productos de Apple durante mucho tiempo y reconozco su superioridad en el diseño y su buen hacer en materia de sistemas operativos.

Pues dándole otra vuelta de tuerca más a las dudas que me plantea el modelo de negocio y la filosofía de Apple, me siento bastante identificado con el texto de este artículo de slate.com, de título «Apple Wants To Own You: Welcome to our velvet prison, say the boys and girls from Cupertino» (Apple quiere poseerte: bienvenido a nuestra prisión de terciopelo, dicen los chicos y chicas de Cupertino). El autor hace una profunda reflexión en relación al iPad y sus predecesores, el iPhone e iPod Touch, centrándose en la política de Apple con respecto al software. El control y las restricciones propias de una plataforma tan cerrada como el iPad puede tener ciertos efectos beneficiosos, como la ausencia de virus o malware y la mejora de la experiencia de usuario, pero plantea otras dificultades, como la forma en que se vulnera la libertad de los compradores del hardware para instalar las aplicaciones de terceros que deseen o visualizar cualquier contenido:

…you aren’t buying a computer when you buy an iPad, you are buying a 16GB Walmart store shelf that fits on your lap—complete with all the supplier beat downs, slotting fees, and exclusive deals that go with it—and Apple got you to pay for the building.

Es interesante la idea de que algunos gigantes de la tecnología, como Apple, Google, Microsoft o Amazon parecen estar tratando de sustituir ese medio abierto que es la web, por sus canales de distribución propios, más cerrados y lucrativos. Apple declara la simplicidad del iPad, pero esta facilidad de uso esconde la intención de convertir a los propietarios en consumidores pasivos.

Cambiando de tercio, seguimos con la cuestión del iPad, pero vamos a hablar de uno de sus usos potenciales. Se vaticinó que el iPad sería una revolución en el terreno de la educación, abaratando el gasto de los estudiantes en libros de texto y permitiendo unificar en un sólo dispositivo todas sus necesidades educativas. Pues ahora leo en este artículo de The Wall Street Journal que el iPad no lo está teniendo fácil en sus primeras incursiones en el ámbito educativo estadounidense. Parece que el dispositivo tiene problemas para conectarse a las redes universitarias ya que no soporta sus protocolos de seguridad y, cuando lo consigue, no lo hace de forma estable.

La mayoría de estudiantes no están interesados en pagar un mínimo de 499 dólares por un producto que todavía no puede sustituir a los portátiles de siempre, sobre todo por la escasez de títulos académicos en la iBookstore. A pesar de eso, algunas universidades lo están integrando sin demasiados problemas y puede convertirse en una herramienta interesante cuando la tienda se pueble de materiales educativos. No perdamos de vista, sin embargo, que los libros de texto son más difíciles de convertir en e-books, ya que contienen gráficos, fórmulas matemáticas y otros contenidos diferentes del texto.

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